No le interesa hacer política con el tema, porque no es lo suyo, y lo aclara desde el vamos: “El viaje fue encarado desde el punto de vista exploratorio del paisaje y la fauna, sin enfocarlo en el conflicto bélico”. Asegura que vivió una experiencia única, enriquecedora, que lo cambió para siempre, y todo gracias a la fotografía. Miró con otra lente esas islas, cuyas imágenes nos llegan al común de los argentinos en tonos de gris, que le imprimen un aire hostil y agreste al lugar donde fueron a pelear (y en algunos casos dejar la vida) un puñado de pibes de 18 años. Nacido en 1969, sus recuerdos del conflicto están frescos, y como la mayoría vio una y mil veces esas imágenes. La vida le permitió captar otras, y cuando recuerda los 14 días que estuvo en las islas, la emoción lo invade, aún 2 años después.
Formado como farmacéutico, óptico y contactólogo en la UBA, el país se llevó puesta una farmacia que tenía en el año 2003, y Saltarelli volvió a trabajar con su familia en la fabricación de carteras. Comenzó con la fotografía cuando se acercó a Vélez en 2016, para continuar jugando al básquet en el maxi de FeBAMBA. Allí hizo un curso de 2 años, y conoció una nueva pasión, que luego se transformaría en un medio de vida alternativa. Hasta 2019 estudió en el estudio de Marcelo Gurruchaga, haciendo cursos y se especializó en fotografía de viajes y de estudio. Cuando su profesor le propuso formar parte del grupo de 10 personas que irían a una expedición fotográfica exploratoria a Malvinas, no lo dudo, e invirtió todos sus ahorros en ir. Recuerda que fue todo un honor que lo invitaran siendo un estudiante, porque la mayoría de sus compañeros de viaje tenían más experiencia profesional. Luego del viaje, 3 fotos de cada uno de los participantes fueron elegidas para una muestra itinerante sobre Malvinas, que cada tanto es exhibida en diferentes partes del país. Fabio inclusive armó una charla sobre su experiencia, y destaca que conoció un paisaje que, salvo por el clima, le hizo recordar al de las islas paradisíacas del Caribe. Una de las fotos captadas por él ha recibido varios premios, por haber logrado captar el estado salvaje de los elefantes marinos y las aves autóctonas.
Título: Al acecho - El ataque a una cría de elefante marino por parte de un ave y la defensa de su madre, capturado por Saltarelli. Parte de la muestra sobre Malvinas, que recibió premios y reconocimientos varios.
El Viaje
Desde Chile partió el avión que depositó al contingente en Puerto Argentino, y desde allí recorrieron las islas en barco, haciendo 14 desembarcos en diferentes islas y lugares, que les permitieron conocer la fauna y la topografía de Malvinas, para mostrar cómo es el lugar desde una perspectiva netamente ambientalista.
Paisajes muy distintos a los del continente, con escenas de naturaleza pura, donde se pudieron retratar imágenes espectaculares de elefantes marinos, albatros, cuatro clases de pingüinos, aves carroñeras y de rapiña, playas de arenas muy blancas y aguas color turquesa, que muestran un lugar lleno de vida, más agradable y ameno, en contraste con el ambiente que instaló en la sociedad el tema de la guerra.
El último día de recorrido puso al grupo en contacto con el conflicto bélico de 1982. Desembarcaron en Pradera del Ganso, escenario de una de las batallas más significativas de la guerra, entre el 27 y el 29 de Mayo de 1982. De allí fueron trasladados al cementerio de Darwin, emplazado en el medio de la nada, con cerca de 300 tumbas, algunas identificadas, otras rotuladas como “Soldado Argentino, sólo conocido por Dios”. Una gran cruz y la imagen de la Virgen de Luján completan el escenario. Fabio reconoce que la sensación fue tremenda “shockeante, de dolor, de bronca, de todo…”, y dice que por suerte esa visita fue en el final del viaje, porque los dejó en un estado que hubiera hecho imposible cumplir con el propósito de la expedición. Al día siguiente regresaron al continente.
La visita al cementerio de Darwin. Un antes y un después de la visita a las islas.
Reflexiones
Saltarelli cuenta que hay grandes contrastes entre lo que él vio y lo que le mostraron de Malvinas durante toda mi vida. Para él, las islas son nuestras, pero no las conocemos como lugar. Nos corresponden, pero no las conocemos. Tienen un valor simbólico, pero a partir del viaje él se propuso contarle a la gente cómo es verdaderamente el lugar que reclamamos: “A mí en la escuela nunca me enseñaron lo que es Malvinas como lugar. Te muestran cómo es la llanura pampeana, la selva misionera, el bosque chaqueño, la cordillera, la Patagonia. ¿Pero Malvinas qué es? ¿Qué te vas a encontrar? ¿Es una isla gris de piedra en el medio de la niebla y el frío?. No. Nos encontramos con algo muy diferente y agradable”. Y paralelamente a esa realidad, se contrapone la cuestión de la soberanía: “es muy triste ver que no hay ningún tipo de contacto con lo que es argentino. Desde el primer minuto es todo inglés. Banderas inglesas, gente hablando en inglés, y ningún tipo de contacto con lo que es Argentina. El único lugar que representa lo que es Argentina es el cementerio de Darwin. Y el contraste es muy fuerte, porque estás en un lugar que es parte de tu país, pero tenés que mostrar pasaporte para entrar, tenés que dar explicaciones de todo lo que traés y te llevás, comunicarte en inglés… Estás entrando en otro país, usás libras esterlinas y libras malvinenses (una réplica de la moneda inglesa). Casi no te encontrás con gente porque hay pocos habitantes. Cuando te los cruzás, el trato es normal. Como si fueras turista. Tal vez los jóvenes, que no tuvieron contacto con la guerra, son más amigables”.
Desde el punto de la fotografía, Fabio cuenta que encontrar la fauna que tiene Malvinas, con especies diferentes en grandes cantidades, fue una experiencia única. Un mundo distinto al que vez en el continente. Y dispara “todo el que tiene dinero y posibilidades, debería conocer Malvinas”. Y concluye “a uno a veces le preguntan a dónde le gustaría viajar, y las respuestas apuntan a otras latitudes. Y acá, muy cerca, hay un lugar único, que ni en mis planes más remotos me imaginaba conocer, y que fue uno de los mejores regalos que me dio la vida, y volvería a visitar. Uno a veces tiene la idea de que es un lugar que no se puede conocer. Es como una negación. Y la verdad que no es así. Es caro, y en mi caso me gasté todo lo que tenía para ir, pero no me arrepiento de haber hecho la experiencia”.
Para Fabio las Malvinas no quedaron allá, porque desde que regresó la muestra y los premios que consiguió con sus fotos lo remiten a las islas permanentemente. Y la experiencia que le significaron en lo personal y como novel fotógrafo, es única. Tiene un grupo nuevo de amigos, como el del básquet, pero allí en vez de picar la pelota y tirar al aro, apuntan con sus lentes y captan la realidad. Así como se junta a jugar los Lunes o Martes, con sus ahora colegas hacen viajes para fotografiar diferentes paisajes. Cada vez tiene más trabajo como fotógrafo. Atrás quedó el bioquímico. Hoy se dedica a contar a través de las imágenes. Y su viaje a Malvinas siempre vuelve a darle satisfacciones, como la entrevista en el programa radial de Matías Martin donde contó su experiencia. La vida te pone pruebas que te cambian para siempre. Malvinas tuvo ese efecto en Fabio Saltarelli. No como combatiente y con un arma en la mano en 1982, sino mucho más acá en el tiempo y con una cámara.
Los interesados en ver la producción fotográfica de Fabio Saltarelli pueden seguirlo en Instagram como @fabiosaltarelli_ph o buscarlo en Facebook como Fabio Saltarelli.